Disfruta de la experiencia con tus cinco sentidos... la aventura no ha hecho más que empezar. Estamos en Bahía de Uvita, Costa Ballena, Costa Rica. Biología tropical, cocina y arte, los metemos a la batidora... y tenemos nuestro club rural, refrescante y sabroso... ven a disfrutar de nuestros atardeceres!

martes, 9 de febrero de 2010

7 de Febrero, pájaros, baile y sudor.


Los días en Costa Rica van pasando rápido, y eso que una se levanta con el canto de las primeras aves: las tangaras azulejas que viven en nuestro portón. Lo que ocurre es que a las 20:30 ya te mueres de sueño.
Y más hoy. Anoche salimos un rato, a bailar la fiebre del sábado noche en Costa Ballena. En Uvita empezamos en el Doña María, dónde solo te encuentras a unos 20 ticos mirando el pechamen de una camarera descarada y unas pocas chicas, a cada cual más gorda, jugando al billar. La música, terrible.
Así que manejando nuestra frego 4x4 nos fuimos al Jolly Rogers, un bar de piratas en lo alto del camino de Escaleras. Unos 30 gringos (estadounidenses) jugaban al poker, mientras Jenny cocina alitas de pollo y le agrega una de las 20 salsas a escoger. La decoración del bar y el entorno es bastante aceptable, y la temperatura ideal. La música, clásicos norteamericanos, oh yeah!
Tras un par de rones con CocaCola, nos aventuramos al Roca Verde, la única disco en un radio de 60 kms. El local, gracias a Dios, es muy abierto, la música ensordecedora. Techno para los gringos y luego salsa y merengue para los locales, me animó más lo segundo que lo primero, y así nos pegamos unos buenos dancings, intercambiando la pareja con Roger y Adriana, los dos ticos amigos del pueblo con los que anduvimos copeando toda lo noche. Primer propósito de la semana entrante, acudir a las clases de salsa en la Catarata los jueves, para aprender a movernos al ritmo de estos sones latinos.
En Roca Verde nos dimos cuenta de que realmente es típico el perreo por estas zonas. Las parejas bailan al restregao como en Dirty Dancing pero sin rollos peliculeros. La temperatura, se incrementa como 10 grados dentro del local, pese a que no hay paredes que lo cierren, solo un techado de zinc, soportado por madera y metal. Es totalmente descarado. No hay vergüenza, solo música, movimiento y mucha sexualidad, porque eso sobrepasa la sensualidad.
Tras sudar la camiseta, el sujetador, las braguitas, los pantalones e incluso las sandalias, decidimos volver a casa y dormir lo que se pudiera. Era “sólo” la 1:30, pero los pajarillos no distinguen el domingo, y Lula tampoco. Los primeros empiezan a trinar a volumen high a eso de las 5:30 y la segunda se alborota y te estampana un hocico húmedo y cariñoso, con suerte, en un ojo, a esa misma hora.
Por eso son las 9 menos 10, y mi chico está en la cama y yo empezando a pensar en dejar de escribir hasta mañana.
Hoy domingo, un poco de gestión costructiva a primera hora y luego día de playa con nevera de picnic incluida.
Los ticos son grandes fans del camping playero. Llegan a la playa, meten el carro debajo de las palmeras, y sacan sillas, mesas, toallas, neveras, hamacas para colgar de alguna rama, niños (muchos), perros (bastantes) comida, bebida y ganas de disfrutar con relajo.
Nosotros seguimos la onda tica. Sin niños, pero con nuestros tres perros blancos que disfrutan correteando por la arena y haciendo pipí en los cocos que cubren el suelo. Aquí es increíble la cantidad de comida que cae de los árboles.

Buenas noches con una ligera lluvia en este caluroso verano tropical,

Susana

1 comentario:

  1. Me encantan estos post, no dejes de escribirlos pues me encanta saber de vuestras andanzas.
    Un abrazo y suerte.

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